Una canasta para todos
Los aros miden lo mismo, los equipos tienen la misma cantidad de personas y los campos son de las mismas dimensiones. Entonces, ¿por qué uno es baloncesto y el otro baloncesto femenino? Bajo esa premisa han trabajado durante los últimos meses los clubes Araberri y Araba, que ayer organizaron las primeras jornadas de baloncesto mixto para mezclar sus equipos de categorías cadete, infantil y junior y disputar varios amistosos.
«Me molesta cuando alguien le pone apellido al baloncesto. No entiendo por qué uno es femenino, pero el otro no es baloncesto masculino», señala Óscar Vázquez, presidente del Araberri. Con esa idea rondándole la cabeza se acercó a Ibon Sáenz de la Fuente, máximo responsable del Araba, una de las asociaciones que más tiempo lleva trabajando exclusivamente con chicas, y el resultado se pudo ver ayer en el Centro Cívico Ibaiondo.
Como es normal en jóvenes de esas edades, los primeros compases de la cita fueron algo incómodos para algunos, pero también los hubo quienes llegaron mezclados al polideportivo al formar parte de la misma cuadrilla de amigos. Pero la timidez inicial no frenó el amor por el baloncesto, los entrenadores introdujeron a unos equipos con otros y la solidaridad se convirtió en la nota predominante.
«Hay diferencias físicas, evidentemente, pero en lo táctico y en lo técnico, no tanto», opina Sáenz de la Fuente, que ejerció de entrenador de uno de los equipos. «El hecho de verse jugando juntos, que vean que pueden coexistir y que no pasa nada, les puede ayudar», añadió, «el baloncesto es baloncesto independientemente del sexo».
Compenetrados
Tal vez porque todos entienden el deporte de la misma manera, las jugadas se desarrollaron con gran fluidez, como si chicos y chicas llevaran toda la vida jugando juntos. Ellas buscaban dar la asistencia perfecta a sus compañeros masculinos y ellos intentaban devolverles la pelota en posición de ventaja. Al fin y al cabo todos juegan para lo mismo, para ganar. Pero si los partidos amistosos sirven para algo es para disfrutar, por eso se pudieron ver grandes jugadas e incluso algún ‘pick & roll’ con las chicas poniendo bloqueos ante chicos varios centímetros más altos que ellas.
Sin duda, un buen ambiente que los organizadores esperan convertir en algo habitual para los participantes, pero también para el aficionado al baloncesto. «Si entendemos respeto como afluencia de público, el masculino tiene un respeto mayor, pero si lo tomamos por la opinión de la gente, tampoco hay gran diferencia. Siempre hay alguien que no ha visto jugar a chicas y que dice que eso no es baloncesto, pero no son mayoría», advierte Sáenz de la Fuente. Aún queda un gran camino hacia la igualdad total, pero éste puede ser un buen primer paso.
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